Imagina la siguiente situación: Tienes 5 años, sabes de un lugar muy peligroso al cual no debes acercarte, no sabes muy bien por qué, sólo sabes que tus padres se ponen muy nerviosos cuando te acercas a ese lugar. De pronto, llega el verano y tus padres te cuentan que entrarás a ese lugar peligroso con un completo desconocido. ¿Querrías ir? Probablemente no.
Esa situación es la que viven muchos niños cuando son inscritos por primera vez en clases de natación: Sus padres o cuidadores, que por supuesto quieren protegerlos, les han hablado de los peligros de la piscina y como para ellos la piscina no es un lugar que disfruten demasiado, no juegan con los niños en el agua, por lo que deciden llevarlos a clases de natación con un profesor, que es un completo desconocido para el niño. A mi entender, es esperable que el niño esté asustado, no quiera entrar al agua y rompa en llanto cuando insistimos.
Esa situación es la que viven muchos niños cuando son inscritos por primera vez en clases de natación: Sus padres o cuidadores, que por supuesto quieren protegerlos, les han hablado de los peligros de la piscina y como para ellos la piscina no es un lugar que disfruten demasiado, no juegan con los niños en el agua, por lo que deciden llevarlos a clases de natación con un profesor, que es un completo desconocido para el niño. A mi entender, es esperable que el niño esté asustado, no quiera entrar al agua y rompa en llanto cuando insistimos.